Emilio
Recuerdos
de pañales
En recuerdo de todos los que me han acompañado en este mundo de pañales y chupetes.
A Ralph Fairechild y Big Bro Allen
por
siempre aguantarme en mis locuras.
A mi
Daddy que a pesar de estar siempre ocupado se da tiempo para cuidar de mí.
La infancia es el sueño de la razón.
J. J. Rousseau
El niño perdido llora, pero sigue cazando mariposas.
Ryusui Yoshida
Advertencia:
Lo
que encontrarás aquí no es una historia para entretener a sus lectores, sino
para recordar. Lo que hay aquí son un motón de pequeños fragmentos de cómo me
convertí en ABDL y del camino que he recorrido como uno. Algunas cosas son
absolutas verdades mientras que otras han sido deliberadamente ficcionalizadas.
I.
Cuando
sueñas y sueñas
Estoy acostumbrado a tener sueños raros, incluso pesadillas exóticas, recuerdo una vez que soñé que estaba en un cementerio y corría desesperado, no sé de qué, pero yo corría, hasta que algo me atrapaba y terminaba despertándome. Otras veces soñé con terribles monstruos que me atormentaban. Y algunas otras con invasiones zombis, casualmente era yo el único que poseía los anticuerpos necesarios para sobrevivir al virus, así cuando me mordían terminaba en un hospital experimental, hasta que los zombis re-atacaban y destruían todo el complejo con bombas nucleares. Afortunadamente todos esos eran sueños de los que terminaba por despertarme y no los volvía a recordar, claro hasta ahora, que me sirven para escribir algo, pero esos sueños son inofensivos, sabemos que no pueden ser reales en algún momento. Ahora estoy un poco alarmado pues he tenido algunos sueños raros que me han obligado a hacer cosas que no quiero o que si quiero y no quiero pensar que quiero ¿Ustedes saben cómo es eso no? Es como cuando le dices a tu amigo que no quieres caramelos pero en realidad si quieres y le dices que no para que te insista un poco, hasta que terminar por aceptar los caramelos. Les voy a contar un poco sobre los sueños que he tenido últimamente. Hay un sueño en el que estoy en un súper mercado grande y hay muchas personas entonces yo estoy buscando comprar algo. Me sueño frente al estante de pañales y entonces tomo un paquete de pañales Pampers de los más grandes y de repente todos me miran y estoy desnudo y sólo con uno de esos pañales, entonces despierto de golpe. En otro sueño hay alguien me obliga a usar pañales y digo un alguien porque nunca puedo verle el rostro, estoy como atado a una cama y alguien me los pone, entonces lloro muy fuerte y enseguida despierto a la realidad. Por supuesto que me ha parecido un sueño tan real que por si acaso me fijo si no llevo pañales puestos, gracias a dios no los llevo. Pero por alguna extraña razón me queda el sentimiento de extrañar algo que se ha ido. El problema ahora no son los sueños, porque sé que esos son falsos y uno puede respirar y alegrarse cuando despierta de que no hayan sido la realidad. Pero resulta que con los sueños de pañales me sucede lo contrario, comienzo a extrañar algo que no tengo. Los sueños de pañales comienzan a ponerme un poco chiflado. Y ahora resulta que he comenzado también a soñar despierto. Cuando estoy aburrido en el colegio, cosa que sucede mayormente en clase de matemáticas, comienzo a pensar que estoy en mi cuarto sólo en pañales, que no tengo que ir al colegio y alguien me cuida y me trata como si tuviera apenas tres años. Después vuelvo a la realidad, estúpidos pañales, no soy un bebé.
II.
Comprar
pañales
Mi sueño se ha hecho realidad. Estoy comprando
pañales. Pero espera un poco. No son para mí. La tía Beatriz me ha mandado a
comprar pañales para mi primo Santiago. Él tiene ocho años aún moja la cama, me
he enterado hoy mismo. Se quedarán en casa sólo por esta noche y no venían
preparados, es por eso que la tía me lo ha pedido como un favor. Cuando llegué
a la tienda la verdad es que no estaba nervioso después de todo no eran para
mí, pedí unos pañales extra grandes, el señor me observó curioso y me dijo el
precio, entonces pagué y salí de la tienda con los pañales en una bolsa
transparente de esas que dan para las verduras. No podía hacer nada más que
quejarme de que dieran ese tipo de bolsas, después cuando pienso con
detenimiento entonces creo que el señor lo ha hecho de adrede para fastidiarme.
En el camino a casa me he encontrado con unos amigos pero no han dicho nada
sólo me han saludado como de costumbre, supongo que pensarán que tengo un
hermano pequeño. Una vez en casa entrego el mandado y me olvido de los pañales.
Por la noche todo transcurre normal, ni siquiera me entero de que mi primo ya ha
sido puesto en ellos. Recuerdas que escribí antes me olvido de los pañales. No,
no me olvido de ellos. Me siguen atormentado en mis sueños, esa noche
particularmente tuve uno, donde tengo muchas ganas de ir al baño y no hay
ningún baño cerca entonces encuentro un pañal y decido ponérmelo entonces
suelto el chorro y los empapo rápidamente, entonces sí, exacto, despierto de
golpe. Me asusto enormemente, me apena que haya sucedido lo mismo que en mi
sueño y haya mojado la cama, me reviso por todas partes, afortunadamente no he
mojado la cama, bendito dios del pis. Estúpidos sueños de pañales, déjenme en
paz. Comprar pañales no parece tan complicado, creí que sólo se conseguían por
paquetes, quizá en otros países sea de esa forma, aquí puedes encontrar lugares
que venden por pieza. La verdad es que los sueños de pañales me siguen
atormentando, así que he ideado un plan. Creo que si uso pañales tan sólo una
vez entonces se esfumaran, se irán a molestar a otro chico que viva en la
China. Hoy compré mis primeros pañales saliendo del colegio, sí en la misma
tienda donde el señor, excepto que esta vez traigo mi mochila y puedo
guardarlos. El dependiente me ha preguntado qué talla y marca busco. He pedido
Pampers extra-grande, XXG como dice el paquete, antes de ponerlos en mi mochila
los he observado un poco como son, me he fijado en cada detalle, llevan dibujos
de osos y estrellitas. No puedo esperar a que sea de noche. Estúpidos sueños de
pañales, los voy a exterminar, váyanse con otro chico, a mi déjenme en paz, yo
no quiero ser bebé.
III.
Calientito
en pañales
Ahora les cuento como me ha ido con el asunto de
los pañales. Esperé a que todos durmieran, entonces le eche llave a mi
habitación, y fui directo al escondite de los pañales, la emoción me absorbía
por completo, era como estar en un sueño, no podía creer lo que estaba a punto
de hacer. Me quite el pijama y me tumbé en la cama, deslice los pañales debajo
de mis piernas, después lo llevé hacía mi panza, entonces jalé con fuerza las
cintas y las pegué fuerte hasta donde llegaban, por suerte me iban de
maravilla, si tuviera una foto se las enseñaba, de verdad me quedaban
perfectos. Camine con ellos, me miré con ellos en el espejo, gatee un poco por
el piso. La sensación de estar en pañales no era nada malo al contrario era
extremadamente confortante y placentera. Me miraba en el espejo y no podía
creerlo, un chico de mi edad en pañales. Esa noche decidí que no dormiría en
pijama que sólo dormiría en pañales a pierna suelta como dicen en mi país.
Dormir en pañales fue un poco más incómodo, tenía un poco de calor y no sólo
corporal, las sensaciones placenteras recorrían mi cuerpo como mini
electroshockes, aun así después de hacer lo que los chicos hacen sólo que en
pañales, restregando este sobre mi pene, oh dios dije una palabra mala, no debí
decirles eso, olviden esa parte. Me dormí plácidamente, exacto como un bebé.
Cada vez que despertaba porque tenía que ir al baño entonces recordaba que
llevaba pañales y me mojaba, me hice pis tres veces, el pañal se puso súper
abultado se hincho apenas y podía cerrar bien las piernas, creí que sería
incomodo estar así, pero a pesar de ello las sensaciones placenteras
aumentaron, estar en pañales era genial, pero estar en pañales mojados era
súper genial, hice por última vez lo que los chicos hacen, me encanto la
sensación de estar mojado en pañales, pero todo lo bueno se acaba pronto, tuve
que quitármelos porque tenía que tomar un baño y alistarme para el colegio,
aproveche el camino al colegio para tirarlos por allí, los puse en una bolsa
negra, bien amarrada, entonces los lance en el primer contenedor lejano a mi
casa en el cual tuve el coraje de tirarlos, pues me aterraba la idea de que
alguien me viese ¿Qué pensarían los chicos del colegio si supieran que he usado
pañales? Dirían que estoy loco, les daría igual, se burlarían de mí. Todos esos
pensamientos se iban borrando en cuanto llegaba la noche y volvía a ponerme mis
preciados pañales, que ahora se habían vuelto parte de mi rutina nocturna,
había conseguido hacerme de una pequeña colección que mantenía escondida debajo
de los cajones de mi closet y que me había costado trabajo mantener con
reservas. Ahora estoy recostado, soñando, calientito en pañales.
IV.
El
computador
En el verano del 2004, papá, había traído un
computador nuevo a casa, el cual se lo había ganado en su trabajo, y que por
supuesto habían decidido entre mamá y él, que sería para mí. Entonces lo
pusieron en mi cuarto, me costó un poco acomodar todo, los cables, las
configuraciones, y todo eso, apenas
sabía unas cuantas cosas de computación. Mi inicio con las computadoras fue
fugaz las conocí en una clase de computación en la que me habían inscrito mis
padres y en la que apenas y me enseñaron a abrir el Word y me ponían a
transcribir un motón de hojas sin utilidad alguna, harto de esto deserté del
curso. Ahora era distinto tenía mi propio computador y estaba decidido a
aprender a usarlo, aprendí a moverle a todo, me la pasaba horas navegando en
una anticuada enciclopedia-programa escuchando músicas hindúes o aprendiendo a
decir hola en muchos idiomas. Después a los meses llegó el Internet, algo
totalmente nuevo para mí, primero me limité a usarlo sólo para la escuela,
después comencé a buscar juegos en flash que terminaban por aburrirme a las dos
horas, un día de aquellos empecé a buscar otras cosas, los términos clave de
búsqueda eran: pañales, me gusta usar pañales, quiero usar pañales, yo también
quiero usar pañales. Esas combinaciones arrojaban una multitud de sitios y mis
ojos resplandecían pues me daba cuenta de que no era el único chiflado en este
mundo y que había otros chicos como yo que compartían una extraña afición a los
pañales. Mi primer amigo pañalero fue Matías, un chico de Guatemala que mojaba
la cama, pero al cual le gustaba usar pañales tanto como a mí, pasamos horas y
horas platicando sobre el tema, sentía envidia por el que tenía Goodnites, que
yo no podía darme el lujo de comprar pues sólo se encontraban en los grandes
supermercados a los cuales la timidez y la vergüenza no dejaban ir a comprar
este tipo de cosas. Mi segundo amigo fue David con él hablaba de cosas muy
diferentes, de la vida, el futuro, la música, nuestro terrible secreto y de los
problemas que enfrentábamos día con día. Mi tercer amigo fue Alfredo era de mi
país y al igual que yo se la pasaba horas conectado, me hablaba de su familia,
su escuela, lo que quería ser de grande y sí de pañales, nos llegamos a hablar
por cámara y en pañales las pocas veces que nos quedamos solos en casa. Yo con
mis Pampers XXG y el con sus Pull Ups Etapa 6. El computador entonces se
convirtió en el centro neurálgico de mis operaciones pañaleras, que se volvían
cada vez más constantes en mi vida conforme iba creciendo y conseguía más
dividendos.
V.
La
realidad
Un día
mientras navegaba como es costumbre por Internet encontré un mensaje en un
foro. Hola tengo 16 años y me gusta usar pañales, soy de Ciudad T. Otro chico
igual que yo en mi ciudad. No lo podía creer, me sentía eufórico, tan pronto
como pude le mandé un mensaje al correo que había dejado allí. Pronto
comenzamos a hablar, del colegio, de la música que nos gustaba, de los
videojuegos que jugábamos, entonces nos volvimos buenos amigos virtuales. Pero
eso cambió un día, tan pronto como comprobamos que cada uno decíamos la verdad
sobre nuestra edad y de tener una sesión de videollamada en MSN. Tuvimos la
confianza necesaria para intentar conocernos. Nos citamos en un parque conocido
de la ciudad, llamado Parque Central, no sé porque se llama de esa forma, ni
siquiera está en el centro de la ciudad, sino en la periferia. Elegimos
conocernos un sábado, ambos dijimos que iríamos a vernos con nuestros amigos
del colegio. Ese día mi papá me dejo en la puerta del parque y arranco, el
vendría en autobús, me mandó un mensaje que no tardaba y que el autobús estaba
atacado en un poco de tráfico. Dentro del parque elegimos un lugar cercano a la
entrada así podríamos ver quienes entraban e intentar reconocer al otro,
quedamos de llevar ambos camisetas de color azul y una de esas pulseras de hule
chinas con letras, como ya nos habíamos visto por cámara, nos conocíamos de
alguna forma y no sería difícil reconocernos. Yo llegué primero iba tarde y
sólo espere un poco, cuando lo vi entrar, se me iluminaron los ojos, era él y era
de carne y hueso. Me alegré mucho de verlo en persona, ese día platicamos de
pañales y de lo mismo que hablamos por Internet, caminábamos por todo el parque
y no nos importaba, para mi sorpresa, Max llevaba pañales puestos, que me
mostro alzando un poco su camisa en un lugar apartado, tratando de no llamar
mucho la atención, recuerdo que me dijo que esos pañales sólo se conseguían en
Estados Unidos, que eran muy bonitos, que le gustaban mucho y sólo los había
podido encontrar en un bazar de pura casualidad. No pudimos resistir la
tentación de subirnos a los columpios, imaginábamos que piloteábamos aviones
bombarderos y que estábamos en una misión ultra secreta, la llamamos Operación
P. Antes de despedirnos intercambiamos algunas cosas, yo le llevé algunos de
mis pañales Huggies, él me regalo algunos de sus pañales americanos, y un
chupete. Entonces sería Max quien me llevaría a conocer un mundo más allá de
los pañales, el mundo de los bebés adolescentes, ahora no sólo me gustan los
pañales sino que todas las cosas infantiles me iban agradando y quedando
grabadas en mi subconsciente.
VI.
Hermano
mayor
Desde que
lo conocí en el parque Max se tomó muy enserio su papel de hermano mayor. Me
cuidaba y me protegía. Me cuidaba de mí mismo y mis problemas, de mí mismo y mi
rebeldía. Me decía que le echara muchas ganas a la escuela y que algún día
podría lograr todo aquello que yo quisiera hacer. A veces Max me invitaba a su
casa y pasamos el día en pañales, jugando videojuegos y a los bebés. Max me
cuidaba con mucho cariño y de vez en cuando decía Emilio pórtate bien porque si
no te portas bien te voy a castigar. En realidad nunca me castigaba pero esa
advertencia servía para que yo me portara bien, portarme bien consistía en que me
comiera todo el Gerber, me tomara todo el jugo, me estuviera quieto para que me
cambiara los pañales. Algunas veces llegamos a salir fuera con los pañales
puestos a ir al cine, a las maquinitas o a los restaurantes de comida rápida en
los cuales tenían juegos que mirábamos desde fuera sólo con envidia de los
niños que no superaban los 10 años y que podían subirse a ellos. Muchas veces
tuve miedo de que me atraparan mis padres, pero mis sentimientos de felicidad
eran mayores, nada podía pasarme era inmune, tenía un hermano mayor que cuidaba
de mí, que me ponía mis pañales y jugaba conmigo. A Max deje de verlo cuando
terminamos la preparatoria, él entró a una universidad distinta en otro estado,
lejos de Ciudad T. Primero nos escribíamos por MSN, nos llamábamos todo el
tiempo, después el conoció a otro chico, que no era ABDL y después entendí que
era su novio, que por cierto me causaba celos a distancia, algo que nunca le
dije a Max. No volvimos a vernos, cada quien tomó su camino, él dejo de usar el
MSN, su cuenta había sido desactivada. Le escribí muchas veces sin obtener más
respuesta que un mensaje de error que informaba que la dirección a la que
escribía no existía más. A Max le debo los años más felices, que los pañales
hayan podido darme. Tener un hermano mayor que cuide de ti es lo mejor, siempre
están allí para cuidarte y darte su cariño, antes de que puedas decir algo
ellos saben que es lo que necesitas, si necesitas un cambio, si quieres tu
chupón, si quieres biberón con leche o si quieres tomar una siesta en su
regazo. Ahora que lo recuerdo todo no puedo decir que pueda sentir enojo hacia
Max, me pasa todo lo contrario y me siento alegre de poder recordarlos en estas
cuantas líneas. Max aunque sea en mis recuerdos siempre vas a ser mi hermano
mayor, siempre te voy a recordar como el chico del parque, de cabellos
alocados, tan arriesgado y libre de sí mismo que me enseñó sus pañales. Te
quiero mucho, Max, chico pañales.
VII.
Un
Daddy para Emil
Después de perder a Max, decidí que debería de
buscar esta vez no un hermano mayor sino un Daddy. Pase horas buscando y
buscando y buscando. Les contaré de mis diferentes Daddies, o por los que
pudieron llegar a serlo. El primero de ellos se llamaba Tim era un americano,
hablamos mucho por Messenger, un día me propuso conocernos en persona,
emocionado aliste todas mis cosas, ese día me llevé el peor chasco de mi vida.
Espere, y espere y seguí esperando pues el Daddy Tim nunca se apareció, le
marqué desesperadamente al número que me había dado sólo para darme cuenta de
que no existía y sólo se escuchaba un anuncio y una contestadora automática,
que no tenía ni idea de lo que decía, mi inglés de estudiante no era tan bueno.
El segundo fue Daddy Niko un señor de mi país que vivía en el otro extremo de
mi país, que decía querer adoptarme, que era muy lindo y que en verdad quería
cuidarme. Hablamos largo rato sobre cómo me cuidaría, imaginábamos escenarios,
yo en una cuna suficiente grande sólo en pañales, me escribía como me los
pondría, y como me vestiría en ropas infantiles como overalls con dinosaurios y
osos. Yo decía que sí a todo, y cada vez me emocionaba más la idea. Hasta que
me di cuenta que hacía lo mismo con todos los chicos y que en realidad no
estaba buscando que nada sucediera realmente, ustedes espero que puedan
compartir mis sentimientos y comprender que él sólo buscaba saciar una sed de
hombres, con cada cosa que le escribíamos. Me deshice de él tan pronto como mis
esperanzas de conocer un daddy se derrumbaban. Un día harto de todo y con
deseos de borrar todos los perfiles ABDL que me había hecho en la Red, recibí
un mensaje de un tal Daddy Scott que decía querer conocerme, intercambiamos un
par de mensajes en el transcurso de dos meses, hasta que llegamos al acuerdo de
conocernos durante el invierno, le di la dirección de donde nos veríamos, el mismo
parque en el que había conocido a Max. Yo tenía la seguridad de que a ese tal
Scott jamás lo vería en persona, que era uno de tantos que dicen lo mismo y lo
mismo. Ese día estaba un poco nervioso, aunque sin esperanzas de que
absolutamente nada pasara, me senté a esperar, cuando pasaron apenas 10
minutos, se me acercó un hombre anglosajón de treinta y tantos años y me saludo
en inglés hello you are Emilio, a lo que respondí con mi inglés todavía malo,
yes I am Emilio, thanks for come to see me. Caminamos por todo el parque, hasta
que decidimos ir a un lugar más privado donde pudiera tratarme como realmente
merecía, como un bebé.
VIII.
Ser
bebé
Scott me trato como realmente quería que alguien
lo hiciera. Primero me llevó al súper mercado, directo a la sección de bebés a
punto hacia los paquetes de pañales y me pregunto. Which ones you want? Muchas
W no es cierto, no respondí sólo apunte a los BBtips Etapa 6. Tomó el paquete
como si nada después tomó un talco y de nuevo me volvió a preguntar frente a
los biberones. Which one you like more? En mi inglés malo consté que me gustan
todos, nos reímos y después apunte a uno cristalino de los más grandes, después
lo último que compramos fue agua, pagó con su American Express. Me sentía
nervioso de estar junto a él, después de todo no era común ver a un americano.
Pero él me decía estás conmigo disfruta este momento, ahora sólo eres un bebé
deja todo en manos de Daddy. Después de la aventura en el súper mercado, nos dirigimos
al hotel con todas las cosas, él explicaba que tenía una reservación y la
encargada de la recepción le pedía una identificación, y le preguntaba como
quería pagar, la American Express hizo su aparición de nuevo. Una vez en el
cuarto solos, me ayudo a quitarme toda la ropa, diciéndome que ya no la
necesitaría y apuntaba a los pañales, sólo necesitaras estos. Me puso pañales
con mucha ternura, poniendo talco y esparciéndolo bien por todos lados, me dio
pena que me viera desnudo, sólo me sonroje, y cuando menos lo pensé estaba
listo, en pañales, y con un Daddy. Después de los pañales me puso un chupete en
la boca que acepte con mucho gusto y por último me puso en un pijama con patas
que traía como regalo para mí. En esos momentos me sentí como la persona ABDL
más afortunada en todo el planeta. El resto del día la pase como bebé, nuestras
actividades fueron, cambios de pañales, ver caricaturas, tomar siestas, ser
cargado en los brazos, y que me dieran biberón en la boca. Él me decía en su
inglés americano, Who is my baby boy? Who is a little sweet boy? Yes, you are.
Todavía puedo verme reflejado en los espejos del cuarto de hotel como un chico
de 19 años con el cabello revuelto, en pañales, chupón y pijamas con patas.
Antes de que oscureciera tuve que volver a casa, no recuerdo si fuimos a comer
tacos antes de que me acompañara a la parada de autobús que al ser un día entre
templado y lluvioso estaba vacía y como despedida le dije I love you daddy. I
love you too little boy, my special boy. Y entonces subí al autobús de vuelta a
la realidad, en mi cabeza escuchaba a todos como si hablaran inglés, hasta que
ponía más atención y resultaba ser español. A Scott lo he vuelto a ver varias
veces más, espero verlo pronto después del día del pavo.
IX. El
club
Antes de conocer a Scott, conocí a otros chicos
ABDL, a los que he nombrado como El Club, creo que Ciudad T, es el único lugar
donde nos hemos arriesgado a conocernos un grupo numeroso, cinco o seis, ya sé,
dirán que no es mucho, pero para ser algo ABDL, son muchos, digamos que la
mayoría pertenecen a las sombras. En la primera reunión conocí a tres: Matt que
es el típico chico emo y timido, la verdad lo emo lo digo de broma, sólo porque
le gusta llevar el cabello largo y la ropa negra, él es el típico chico que
necesita un Daddy para que lo haga sentir feliz. Alejandro es un chico
universitario que estudia medicina, él no es AB, sólo es DL, pero nos sigue en
nuestras locuras, y a veces intenta hacer de rol de Daddy-Big Bro, sin obtener
muchos resultados, él nos consiente, nos regala pañales con dibujos, y alguna
que otra cosa sorpresa. Mau o Mauricio es un ingeniero en programación, es un
poco tímido, pero es muy listo y se ha vuelto uno de mis hermanitos AB más
queridos. Entre las locuras que hemos hecho juntos está: intercambiar objetos
ABDL, viajar a la playa e ir en el auto solo en pañales, ser cambiados en el
auto, ir de antro con pañales (es lo más cool). Después conocí a Christopher,
trabaja en una fábrica ensambladora lo veo poco pero es muy amigable y lo
admiro mucho, es el ABDL más tierno que conozco. Arturo estudia ingeniería
aeroespacial, le pregunto si también sabe hacer pañales espaciales, sólo ríe,
ambos soñamos con un planeta ABDL, algún día conquistaremos uno y lo
declararemos ZWDR (Zone Where Diapers are Requiered), estamos chiflados lo sé.
Daniel estudia periodismo y su pasión son los videojuegos, sus pañales
favoritos son los Pampers Dry, es lo suficiente flaco para entrar en ellos, en
su mochila lleva un parche con la bandera ABDL, cuando le han preguntado qué
significa ha dicho que es por la igualdad de sexos, se lo han creído, si nunca
han visto una bandera ABDL lleva franjas en colores rosas y azules en
diferentes tonalidades. El club es una página abandonada en la que algunas
veces publico algunas fotos e historias que me han sucedido, y otras inventadas
por el puro ocio. En el futuro pensamos alquilar una guarida en algún de lugar
de la ciudad que sea accesible a todos. En teoría albergaría una guardería y
también servirá de bodega para albergar las compras de pañales que hagamos. Ahora
sólo podemos soñar, aunque no podemos quejarnos, hemos tenido grandes logros,
conocernos por ejemplo. Ahora mismo he llamado a Matt para vernos mañana, vamos
a ir en pañales a tomar un café y caminar por allí, seremos unos vagos
pañaleros. Ahora mismo término de escribir este capítulo y reviso mis pañales.
X.
Ganarle
a los sueños
Ya no soy aquel chico que soñaba y soñaba que
usaba pañales y que se aterraba de la sola idea de tener que usarlos, ahora me
gusta llevarlos cada vez que puedo, son confortables y me relajan mucho. Pienso
que mientras no le haga daño a nadie y mantenga esto en privado, y sea responsable,
todo estará bien. Daddy me cuida otra vez, soy feliz. A los sueños de pañales
no se les puede exterminan corremos el riesgo de hacerlos realidad.
Diaperlandia, a 23 de octubre de 2014
Versión descargable click aquí.
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